viernes, 9 de septiembre de 2011

La escuela de la vida

   Es verdad que la vida te enseña cosas. También es verdad que te demuestra cosas que habías oído o leído, pero que sin embargo, no habías podido comprobar con tus propios ojos. Hace unos días me dejaron, por fin, los exámenes de septiembre de la uni (abreviatura de universidad, por si alguien no lo ha pillado) al menos hasta diciembre, en el peor de los casos.

   Fue precisamente en el camino hacia la facultad cuando pude observar un hecho digno de convertirse en noticia. Hecho, por otro lado, que de no ser por este modesto blog se quedaría simplemente en eso, en un hecho. Pues bueno, conducía tranquilamente por la gran Avenida de la Libertad una de las grandes arterias de la capital del Vinalopó cuando de momento, y siguiendo el código de circulación para ceder así el paso a los peatones. La cosa es que en los primeros 28 de los 30 segundos que tarda ese semáforo en cuestión de pasar de rojo a verde, no pasó ni un sólo peatón. Justamente cuando el monigote verde que indica libertad de paso peatonal estaba parpadeando para cambiar a rojo se acercó una joven con rasgos asiáticos al paso de cebra con el objetivo de cruzarlo. Pero, ¿qué hizo? ¿Cruzaría cual kamikace el paso de peatones jugándose la vida? ¿O por el contrario, esperaría a que el monigote volviera a verde, respetando las normas? Y por último, ¿qué hubiéramos hecho los españolitos de a pié en ese caso? Pues bueno, la chica esperó pacientemente a que el Señor Verde reapareciera.    
...Mira... Sé que nosotros te aprobamos la hipoteca basura, pero
¿cómo íbamos a saber que tendrías dificultades? 

   Y leyendo lo leído aún nos preguntamos cómo puede ser que países como China o Japón estén viviendo años de desarrollo económico aunque no político, en el caso de China. En la cultura asiática no existe la improvisación, todo queda atado y bien atado. Todo sigue sus reglas. Por eso, mientras en Occidente nos acordábamos de los padres de Lehman  Brothers y de su gran invento, las hipotecas basura, los asiáticos ponían buena cara a los nubarrones que estaban por venir. 

 Conclusión, yo más que aprender alemán, aprendería chino. Aunque como le decía Ana Botella a Aznar: "Las lenguas no están de más, Josemari".



P.S.1: Prometo no hablar más de chinos por lo menos hasta la próxima entrada. Si tienes "mono" del mundo asiático, te puedes pasar por aquí.
P.S.2: Os recuerdo que este blog tiene la opción de añadir comentarios.

0 comentarios: