Os debo confesar que esta semana no he tenido tiempo para
mucho, si os soy franco. Sin embargo
cuando llegaba por la noche a la cama y antes de quedarme dormido pensaba junto
a mi almohada, cómo hacen muchos millones de españoles y seguramente motivado
por problemas muchos más gordos que los míos, recordemos que en diciembre ha
bajado el paro pero todavía sigue habiendo mucha gente que carece de trabajo…
Durante esos cinco minutos diarios que antes os comentaba, un día de la semana
pasada, no recuerdo cuál la verdad, me vino a la cabeza un recuerdo de mi niñez
y seguramente también de la de muchos de mi edad: esas bolsitas que vendían en
quioscos, bazares, o puestecillos de feria que iban misteriosamente adornadas
con un interrogante y que curiosamente valían mucho dinero para lo que después
llevaban dentro.
Un día de esos de mi infancia los astros se alinearon, estaba
escrito en el destino o simplemente mi padre se encontró quinientas pesetas y
pude comprarme una de esas misteriosas bolsitas. Tuve que elegir, seleccionar
una. Cogí del mostrador, después de mucho pensar, la que más pesaba, la que
supuestamente más valía.
Esta semana hemos podido saber, y no porque lo haya dicho
Fátima Báñez personalmente, que el número de Expedientes de Regulación de
Empleo ascendió, hasta octubre del año
pasado, a 27.055 empresas, lo que se traduce en 374.773 personas.
Recordemos que hace ya casi un año, el febrero pasado, se firmó la
vigente reforma laboral con la que se pretendía incentivar la formación de
empleo...
No puedo terminar esta entrada sin comparar este hecho, el
de las 374.773 personas por un ERE en su empresa guarecido por la reforma
laboral, y el hecho de la bolsita enigmática que antes os comentaba. ¿Para qué
sirven los interrogantes, para qué sirven las promesas, si luego no se van a
cumplir? Apostar por el que más peso tiene, no siempre da buen resultado.
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