lunes, 18 de octubre de 2010

Esbozo de una época

Espejo de mi carne, sustento de mis alas, // te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.

De esta manera hablaba el poeta Miguel Hernández a su esposa Josefina Manresa. Esposa, que como tantas otras, intentó seguir el mismo patrón de vida que a partir del año 36 se truncó debido a la lucha armamentística y de ideologías, debido a solucionar con los dientes lo que se pudo haber solucionado con la lengua.

En este año en el que se cumple un siglo del nacimiento del poeta oriolano, se han celebrado muchos recitales rememorando la obra de Miguel. Su obra; la obra de todos. Obra y arte que nos evoca una época rellena de angustias y miserias para todos, para ELLAS.

Escríbeme a la lucha siénteme en la trinchera: // aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo. Madres, esposas o novias, hijas, hijos… cadáveres vivientes de una complicada retaguardia. Con presencia en el frente, con presencia fuera del mismo. Ellas fueron el presente y el futuro de aquella sociedad etérea, gris, preñada de muertes y doctrinas políticas.

Antes eran solamente madres, esposas o hijas; después serían ayudantes en lo referido a la logística en batalla, motores de su casa y motores de la economía de su nación.

Ellas fueron incorporándose a los puestos de trabajo que los varones iban dejando. Como apuntan Torres Fabra y Calzado Aldaria en su artículo La vivencia de la guerra en los pueblos y ciudades, las mujeres se fueron incorporando a las tareas de producción. La fábrica de cemento en Buñol o la industria de guerra esparcida por toda la provincia de Alicante son algunos de los ejemplos de lo mencionado con anterioridad.

Un día iré a la sombra de tu pelo lejano. // Y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo // cosida por tu mano. De ese modo dejaba reflejado Miguel Hernández sus apetencias por estar junto a su amada, un sentimiento recíproco. Una emoción compartida por todos, por los de un bando y los de otro. Algo en común entre tanta discrepancia, entre tanta lucha, odio y llanto. Un objetivo por el cual puede existir un mañana. Una meta –en muchos casos– totalmente inalcanzable.

3 comentarios:

Llanos dijo...

Santi, me ha gustado mucho tu texto, espero que el profesor opine igual, aunque no tiene el punto de agradecimiento que a lo mejor tengo yo, el del homenaje que haces a las mujeres en general y a las de la guerra en particular

Besos =)

JessBM dijo...

Muy bueno tu artículo, Santi, y además bastante bien documentado :)
Y bonito por, como dice Llanos, ese homenaje a las mujeres :)
Un beso!

Maribel dijo...

Aplausos, aplausos!!!! Está genial Santi. Espero que el profesor aprecie este trabajo porque lo merece :D
See you!