miércoles, 7 de abril de 2010

El Concubino



Una vez tenía la barriga llena de marisco, me dispuse a llenar mis pulmones del negro alquitrán con un ducados (como recomendaba mi abuelo después de una comida copiosa).

Más rápido de lo que lo había hecho el resto de la velada, el camarero se plantó ante mí y me comunicó que el humo allí era un cliente no deseado. Me disculpé ante el resto de los comensales por mi humeante ausencia y salí.

En la puerta de aquel restaurante conocí a Blanca.

El humo nos unió...

Desde entonces soy devoto de Cupido y votante del PSOE.




Puedes encontrar mis microrrelatos y otros tantos más en: confesionesdeunapluma.blogspot.com

2 comentarios:

Llanos dijo...

Para que luego digan que leyes como esta son estúpidas...
Este relato me ha gustado especialmente (una romántica moderna, qué le vamos a hacer jaja)

un beso

Unknown dijo...

Paradojas de la vida... JEJE